The Godess, Music for the Ancient of Days (John Zorn)
John Zorn es uno de los tipos mas prolíficos en la historia de la música. Su afiebrada creatividad es capaz de generar tormentos auditivos indescriptibles como “Late Works”, su trabajo con Fred Frith, o maravillas electroacústicas llenas de vitalidad como el simpatiquísimo “O’O” (nombre de un pájaro hawaiano extinto). Dentro de este último rubro se encuadra “The Godess”; un ejercicio de belleza auditiva como solo el inefable John es capaz de concebir.
A veces es complejo abordar un disco de estas características desde un espacio dedicado al jazz “tradicional”; desde el “purismo excluyente”. Desde esa óptica es probable que este disco se haga inclasificable y se corra el riesgo de descartarlo sin mas trámite. Si nos paramos en la vereda opuesta, entendiendo al género como un hecho abarcativo; algo que no solo es un sonido, un estilo, una corriente, sino que es un modo de hacer un sonido, sea acústico, eléctrico o una fusión entre ambos, este disco cabe perfectamente y merece ser tenido mas que en cuenta. Ambient con improvisación y espíritu de jazz o jazz con patrones de ambient; cualquiera de las definiciones puede corresponderle al disco; la pregunta es ¿importa la definición frente a la energía musical, la emotividad profunda y la belleza melódica extraordinaria que irradian las músicas plasmadas en el disco? Definitivamente no según mi criterio. “The Godess es una impactante colección de odas en celebración a la mujer en los mitos, lo mágico y lo ritual a través de las eras” de acuerdo a las liner notes; un set de 7 originales maravillosamente interpretados por su colaborador de siempre Marc Ribot (guitarra) y otros músicos de primer nivel como Rob Burger (piano) Kenny Wollesen (vibráfono) Carol Emmanuel (harp) Trevor Dunn (bajo acústico y eléctrico) y Ben Perowsky (batería), todos viejos conocidos de las distintas formaciones que comanda el impredecible Zorn, una banda que es una máquina de relojería en su forma de tocar y un generador de climas permanente que administra con habilidad y maestría toda la cromaticidad sonora compuesta para el disco, un viaje de ida por un ambient jazz luminoso, radiante, energético aún en los momentos mas calmos; lo escuchado evoca visualmente una mañana soleada de primavera. Otro hito, positivo de acuerdo a mi gusto, dentro de la extensa discografía producida por la usina John; pero, es inevitable hacer algunos reparos. Hay que tener en cuenta que no es jazz tradicional. Los seguidores ya sabemos que Zorn a veces hace música que suena como jazz, en este caso es un disco de fusión mas cercano al ambient, casi a la Brian Eno, que al jazz. Dentro de ese esquema, las armonías mínimas repetitivas que a muchos nos produce un efecto hipnótico y climático a otros les produce aburrimiento y rechazo directo. La gigantesca ensalada musical que tiene Zorn en la cabeza lo impulsa a componer temas que empiezan como música clásica, siguen como jazz, apuntan hacia el funk, derivan para el hardcore o heavy metal y terminan… vaya a saber donde, y no a todos les resulta digerible semejante coctel en los 6 minutos que puede durar un tema. Siendo un disco de melodías extraordinarias, es también un disco extraordinariamente complejo por la superposición de capas de sonido, estrategia compositiva mas afín al rock que al ambient o al jazz, todos parecerían estar haciendo un solo permanente (sin que esto signifique saturación), pero no está dentro del canon “mientras el solista esta tocando los demás hacen base” o, el típico del jazz, “motivo, solo 1, solo 2, puente, solo 3,… final con el motivo”. En definitiva, este es uno de los mejores discos que he escuchado en lo que va de año y el mas complicado de describir. Apto para todo público que preste oídos y mente abiertos a una experiencia musical de gran plenitud sin etiquetas.
Alberto “Tano” Rosso
John Zorn con Marc Ribot, Kenny Wollensen y Trevor Dunn "Tekufah"
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